El artista portugués
Bordalo II (anteriormente
aquí) comienza cada una de sus esculturas buscando las materias primas en depósitos de chatarra o fábricas abandonadas. Parachoques de automóviles, neumáticos, los paneles de las puertas o incluso vehículos completos, se apilan para parecerse a un pelícano, un zorro o un pequeño roedor. Las piezas acaban con un brochazo de pintura aerosol
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